Pasar por situaciones difíciles, complicadas o dolorosas es algo inevitable en la vida.
Normalmente estamos acostumbrados a intentar olvidarlas cuanto antes, no pensar en ellas, pensar en positivo, huir, ...
Cuando hacemos esto, nos genera una sensación de tranquilidad, pero esta calma es momentánea ya que tarde o temprano aquello que escondimos vuelve a salir a la luz, con más intensidad que al principio.
Cuando algo malo nos sucede, es para vivir una experiencia y hacer un aprendizaje, cuando huimos de esa situación, lo que hacemos es bloquear la enseñanza, con lo cual queda como una asignatura pendiente que tendremos que mirar en algún momento.
Lo ideal, cuando nos sucede algo así, es no negar la que está pasando, sino observarlo, sentirlo y permitir el aprendizaje, y en el momento que permitimos la enseñanza, el sufrimiento desaparece y todo queda sólo como información.