Me ocurre de vez en cuando. Me cuesta decir NO, lo reconozco, me siento comprometida y acabo cediendo. Y lo peor es que sólo soy consciente de ello cuando la situación me daña por haber traicionado mis pensamientos.
Esto es algo que debo de aprender y de trabajar, porque si en ciertas situaciones hubiera puesto límites desde un principio, las cosas hubieran sido distintas.
Pero bueno, viendo el lado positivo de "no saber decir NO", puedo decir que el camino ha sido duro, pero la fortaleza adquirida no me la quita nadie, y lo más importante, he acabado conociendo uno de mis puntos débiles, lo cual me facilita el poder mejorar, e incluso, eliminar dicha debilidad.
Y con el objetivo de que el camino sea menos costoso para la próxima vez que se presente dicha situación de elección entre afirmación o negación, me recomendaron el artículo que os reproduzco a continuación.